Si bien hoy es muy frecuente escuchar sobre investigaciones o experiencias sobre consumo de hongos psicodélicos, su uso no es reciente. Desde el periodo neolítico se han usado tanto de manera recreacional, como medicinal y espiritual.
La encargada de que se consiga una experiencia mental a través de su consumo es la psilocibina, compuesto activo presente en las setas y responsable de generar el estado alterado de conciencia.
Para dar inicio a esta experiencia, llamada muchas veces " viaje" , los hongos pueden comerse (si se prefiere, con algún cítrico para potenciar su efecto) o bien preparar una infusión y beberla. Luego de entre 30 y 45 minutos ya se pueden percibir algunos efectos, los que pueden llegar a durar hasta 6 u 8 horas.
La duración e intensidad del viaje, dependerá de ciertos factores como la dosis o la cantidad de compuesto psicodélico que contenta el hongo. Si se busca un viaje más intenso, se recomienda consumirlos sin haber comido nada previamente, lo que además reducirá la sensación de nauseas.
Según constructos psicológicos, en base a entrevistas, se ha determinado que las dimensiones que pueden verse afectadas en la experiencia psicodélica son principalmente a nivel de imágenes, sinestesia, cambios en la percepción mental, reducción de cognición, ansiedad, disociación corporal, percepción y desintegración del cuerpo.
Incluso a nivel espiritual, según testimonios, se puede percibir una mayor sensación de empatía y conexión con la naturaleza. Además de calma y bienestar, en algunos casos existe también la posibilidad de sentir paranoia y miedo. Sin embargo, las emociones negativas se ven afectadas por el psicodelico, cambiando la manera en que se enfrentan. De igual modo, para estas situaciones se recomienda escuchar música tranquila, meditar o tomar aire fresco.
En el caso de primeras experiencias, siempre es recomendable por seguridad, que quien vaya a consumir los hongos lo haga en compañía de alguien que no lo haga, para que pueda ayudar en caso de ser necesario a tranquilizar o asistir.